A pesar de ser grave en todos los países, el problema del paro es especialmente duro en España, donde la crisis ha duplicado la cifra de desempleados. Tanto las administraciones como algunas grandes empresas ensayan sistemas para ayudar a salir del bache. Seat ha puesto en marcha unos cursos de formación profesional que conllevan un complemento salarial de unos 300 euros mensuales para cada trabajador afectado por el último ERE que se apunte. Apenas lo ha hecho el 5%. Podría pensarse que es la respuesta a un mal planteamiento, pero el Gobierno del País Vasco ha tratado de aplicar la misma medida para colectivos más amplios con idénticos resultados. Tanto en Cataluña como en Euskadi se van a ensayar ahora otros alicientes para mejorar la respuesta, quizá vinculando más la formación a una posible promoción en la propia empresa que como una mejora de las capacidades profesionales cara al futuro. Esta fórmula que no funciona aquí es una de las bases del sistema alemán de jornada partida que con tanta vehemencia se defiende desde los sindicatos y desde el Gobierno. O sea, que las condiciones objetivas no parecen ser las más idóneas para implantar ese modelo, llamado a paliar el problema del paro.