WEw l Cáceres 2016 afronta desde hoy, en su propia cancha, la decisiva final a cuatro que determinará si asciende o no a la categoría de plata del baloncesto español. Pero lo importante es que, gane o pierda, la ciudad ya ha vencido el partido verdaderamente importante: el de la ilusión por el básquet. Cáceres ha recuperado a lo largo de la temporada el espíritu del 92 , ese año en el que el club ascendió a la ACB arropado por miles de aficionados. Eso era lo verdaderamente difícil. Tras once años en la liga de las estrellas de la canasta, durante los cuales los cacereños llegaron a ser el quinto mejor equipo del país, el descenso del 2003 y la posterior desaparición del club en el 2005 terminaron por enterrar ese espíritu que ahora resucita. Por ello, en este momento hay que mirar más que nunca al pasado. Para no volver a cometer los mismos errores que cavaron la tumba del baloncesto en Cáceres. Si el conjunto verdinegro asciende, hay que diseñar una arquitectura económica y deportiva con pilares sólidos que permitan sostener el proyecto en la muy competitiva LEB Oro. Los empresarios locales y las administraciones que ahora sostienen el club deben reforzar su compromiso y trabajar para que otros entiendan que invertir en básquet puede ser un buen negocio para ellos y para la ciudad y para la región. Si no se consuma el ascenso, el objetivo debe ser el mismo. Ha quedado demostrado que el Cáceres 2016 tiene una masa social sólida sobre la que se puede construir el futuro. Por tanto, solo resta disfrutar hoy y mañana de la fiesta de la canasta y acudir al pabellón multiusos para apoyar a los nuestros, sin descanso pero con deportividad. Que triunfe el baloncesto.