Es la sombra, tal vez, dicen que dicen. Allí se puede oír el chirrido de las cigarras, las hojas abrasadas cayendo de los árboles, como piedras, las palabras quemadas que atraviesan las calles llenas de fatiga, los brillantes ojos de las muchachas que abandonan lo umbrío ciegamente, las tristes ojeras de las mujeres que olvidaron las playas definitivamente, las páginas de los libros al pasarse y, además, allí, ahí, entre siluetas de sombras, surgen solitarios sueños, frescos, sus perfiles, sus proyecciones.

Lo mejor del sol, han dicho que van diciendo, es que ilumina y agosta, susurra y sumerge, subyugando, la existencia entera: es seductor y sugestivo. Y sugestionando tanta sutileza suntuosa, aún y todo, antes o después, es sustituido por sonidos subalternos.