El 416 a.C., Atenas estaba empeñada en la consolidación de su imperio. Tras acordar la paz con Esparta, tenía las manos libres para ejercer su acción imperialista. Su control militar y económico sobre su área de influencia se endureció, apoyándose en un sistema ideológico que colocaba a Atenas a la cabeza de Grecia. Este proceso imperialista alcanzó su clímax con el establecimiento de colonias en el sur de Italia, pero vivió su momento de máximo valor simbólico con el injustificado ataque a la isla de Melos, que terminó con la destrucción de la comunidad mediante el asesinato de los hombres, la esclavitud de mujeres y niños y su sustitución por colonos atenienses.

Tucídides da cuenta detallada de la acción criminal de los atenienses en su Diálogo de Melos , incluido en el libro cuarto de la Guerra del Peloponeso . Deja constancia de la falta de razones de los atenienses para iniciar la guerra, de cómo sólo les impulsó la ocupación y colonización de la zona, y de cómo intentaron ocultar su auténtico designio alegando razones de seguridad. Jenofonte cuenta que el trágico episodio quería ser una lección para los aliados inquietos, pero se convirtió en un símbolo de la lucha contra la tiranía, pues todos los contemporáneos fueron conscientes del engaño, por lo que entonces se inició la lenta decadencia de Atenas.

¿Les evoca algo esta vieja historia? ¿No les parece que estamos hablando de Irak? Nunca hay nada nuevo bajo el sol. ¡Ah!, por cierto, los colonos atenienses fueron más tarde expulsados de Melos por Lisandro, quien restableció en la isla a los melios que habían logrado salvarse de la matanza.