Abogada

Hace un par de días visioné un documental, --excepcional desde mi punto de vista--, sobre las historias de unas gentes que lucharon, sufrieron y fueron mutiladas física y mentalmente por nuestra propia historia, la de hace más de un cuarto de siglo. Fue muy duro para mí escuchar aquellos testimonios; y me sirvió de reflexión acerca de la siempre frágil memoria de este país.

Y es que en el mismo instante en el que algo o alguien desaparece momentáneamente, todo se olvida. No soy yo, precisamente, de las que sienten añoranza, pero es duro olvidar hechos tan duros y trascendentales de nuestra propia historia. El tupido velo parece cubrir todo lo anterior, e, incluso, a sus personajes.

Escuchaba, también, a una de esas cantantes populares de los sesenta, que se quejaba de cómo habían sido desterradas de las discográficas, a pesar de que sus canciones estuvieran de máxima actualidad, con los denominados remake ; y cómo tenía que mendigar la promoción de su disco; especialmente si quería zafarse de la prensa amarilla. Ni siquiera aguantaba El baúl de los recuerdos .

Nuestro recuerdo esquiva a buenos dirigentes políticos, a destacados intelectuales; flaquea respecto a hechos que conforman la lucha por la democracia en nuestro país.

Solamente parece interesar un presente que, en demasía, es, en apariencia, ficticio. Nuestra memoria es tan plana que todo parece darnos igual.

Esto, sin duda, sólo interesa a los manipuladores.