Periodista

Desde los tiempos de Reagan y Thatcher, al grito de "menos Estado, más mercado", los seguidores del ultraliberalismo nos intentan demostrar las excelencias de una economía de mercado sin control ni regulación. Aquí pagamos ahora las consecuencias de ello, por ejemplo con el incremento considerable de los accidentes ferroviarios, debidos al menos en gran parte al deterioro de las infraestructuras, carentes de mantenimiento. Después de las sucesivas catástrofes en la construcción del AVE, ahora Renfe constata el mal estado de un gran número de vías férreas españolas.

Es evidente que es necesaria una economía de mercado, pero no podemos vivir en una sociedad de mercado, donde el único valor sea el del dinero.