Escritor

Cómo es posible que un país culto como era España, o el país español, en el año 1936, sea tan inculto como es hoy? ¿Por qué la cultura provoca una guerra civil, y la incultura provoca una guerra en Irak...? Creo que era necesario que la legión desfilara ante Aznar para darnos cuenta que en cualquier momento puede volver el síndrome del desastre de Annual en Marruecos, con ese portaestandarte haciendo jeribeques con la enseña nacional. Todo esto lo pienso mientras tomo café en un bar y la televisión me lleva al submundo de Paz Padilla, y el pobre idioma español sufre una paliza de la que es difícil levantarse por quedar como unos zorros, y en el entretanto las personas que vamos al teatro López de Ayala o al Gran Teatro en Cáceres somos siempre los mismos, salvo leves renovaciones. Y es que teniendo que sobrellevar a la señora Campos o a Paz Padilla, prácticamente es imposible renovarse, que de ahí viene ese interés porque Paz Padilla no nos abandone oliendo como huele a ajo y cebolla.

Porque el drama, el gran drama, es que estas ciudades nuestras, más del 90% de los ciudadanos jamás han ido al cine y no digamos al teatro. Gentes que vemos muy de orden, muy de misa, con mucho abrigo azul o loden verde, que debajo esconden la calavera de la incultura y la intolerancia en su aspecto negro. ¿Cómo es posible que no se siga con pasión a la Orquesta de Extremadura, que sin lugar a dudas es uno de nuestros pilares, que hace moverse los cimientos de nuestra convivencia, haciéndonos partícipes de espectáculos de gran formato? Me cuesta trabajo creer que todo consiste en llenar estos días la andorga hasta ya no poder más, sin una medida, y lo que es peor, sin una reflexión que nos haga cambiar nuestras costumbres peores, que son la mayoría.

En el año 36, habría más hambre y pese al analfabetismo había más cultura, pero los que producían analfabetos se dieron traza y maña para hacernos creer lo contrario. Algo de lo mismo de lo que pasa hoy con Maragall.