TEtn la época del Renacimiento dos pintores se retaron para comprobar quién de los dos era capaz de pintar con más realismo. Acordaron pintar un cuadro y volver a verse en el plazo de un mes para mostrarse sus obras. Y así fue. Uno de ellos había pintado un bodegón con una sandía partida a cuyo alrededor revoloteaban varias moscas que se posaban en la fruta intentando succionar inútilmente su jugo. "Eres capaz de pintar con tanto realismo que has engañado a las moscas", le dijo el otro, que aún no había mostrado su obra. Cuando llegaron al estudio de éste, el cuadro estaba tapado con un trapo, por lo que el autor invitó a su contrincante a que apartara la tela para poder verlo. Este intentó hacerlo, pero no pudo, porque el trapo estaba pintado. Entonces dijo: "Tú eres mejor pintor que yo, porque yo he engañado a las moscas, pero tú me has engañado a mí". Hasta que se inventó la fotografía, la mayoría de los pintores eran unos mentirosos geniales que jugaban con las manchas con la intención de engañarnos simulando la realidad. Ahora son los fotógrafos los que suelen meternos en sus embustes mágicos. Hace unos días he conocido a Pedro Montero , un mentiroso genial que expone sus anaglifos (imágenes en relieve) hasta el día veintinueve de noviembre en la Sala de Exposiciones de la Caja de Extremadura, situada en el pasaje Norba, de Cáceres. Cuando llegas a la sala, te colocas unas gafas de papel con las lentes de celofán, una color verde, la otra color rojo; y a mirar las fotografías. Pasados unos segundos, ¡comienza la dimensión! Las figuras entran en un juego óptico para mostrarse en varios planos con sus volúmenes bien determinados. Puedes pedirle un beso a Marilyn Monroe --otra cosa es que te lo dé--; o dejar que Steve McQueen , pistola en mano, te birle la cartera; o echarte una charla de amiguetes con Velázquez mientras pinta Las Meninas. Me encantan los mentirosos geniales como Pedro Montero. Luego hay otros tipos de mentirosos, pero de esos prefiero no hablar.

*Pintor