La cancelación de la Liga femenina de fútbol es una muestra más de la situación que vive este deporte respeto a su homólogo en masculino. El fútbol masculino ha retomado la actividad y los futbolistas de Primera y Segunda están entrenando y jugarán en breve. En cambio, ellas no acabarán la temporada. Quedaban ocho partidos por disputar. Es una decisión que deja a unas profesionales sin poder ejercer su trabajo en igualdad de condiciones en relación con sus compañeros masculinos. Todo profesional, ya no solo del deporte, entiende las medidas sanitarias que se han tomado, pero no se entiende la diferencia de criterio. Es evidente que no se las considera deportistas profesionales. Relegar a las futbolistas a la categoría de aficionadas es ningunear a unas deportistas que merecen otro trato y mucho más respeto. No es solo un problema del fútbol, la liga de baloncesto femenino también se ha dado por finalizada. Esto demuestra que no se reconoce a la mujer como profesional del deporte. Los organismos competentes deben apostar por el fútbol femenino si no quieren que en poco tiempo empiecen a desaparecer equipos por problemas económicos.

SIERRA DE GATA

El parto de Clavelina

Venancio Rodríguez Sanz

Zaragoza

El pastor extremeño Jesús Manuel Martín Crespo relata el parto de una de sus cabras. Dice así: «Según se va acercando la hora del parto, el animal berrea y va buscando un sitio, se vuelve andarina para acá y para allá. Hasta que encuentre el sitio oportuno para dar a luz, ella siempre buscará un refugio. Las cabras suelen parir de por la mañana y sobre el medio día y al atardecer. Ella sigue buscando el sitio bueno para parir. De ahí la importancia de ponerle el campanillo: porque luego nosotros la encontremos las cabras, cuando a veces en la Sierra de Gata se ponen de parto y ésta porque berrea un poco y te enteras. Ya ha roto la bolsa ¿lo habéis visto? El cabritillo ya sale. Ahora saldrán las pezuñas de ‘alante’ del chivo. A mí me gusta que las cabras paran sueltas porque ellas andan pa’ca y pa’llá. Ella la huele la placenta, el líquido fetal o como le llamen. El animal busca su mejor postura. Pero por la pata, se ve que es grande la cría. La cabra no para de ablandar el terreno. Va saliendo ya el hocico del cabrito. Ha sido un moriscano, el hocico lo tiene blanco y carrillero o carrillera. Ahora el chivo abrirá la boca ¿no lo veis? ¿veis como el chivo está ya, reviviendo? A lo mejor lo saco, pero parece que va saliendo muy bien. Ahí tenéis el nacimiento de un chivo. Lo suyo es quitarle este líquido rápido para que respire. Ahí lo tenéis, un cardenino o cardenina. Su madre ahora lo limpiará. Por el color del líquido, yo sabía que estaba sano y que iba a ser grande. Ahora solo le queda que mamar, bien grande y bien bonito. Así que, que, así es la vida. Su madre lo quiere bien, y ya está. Ahora le ordeñaré todos los calostros porque, en primavera no quiero que mamen muchos calostros. Solamente un ‘poquinino’ los primeros dos días y ya está, a tirar ‘parriba’. Es un macho, yo hubiese preferido una hembra, pero ha sido un macho, pero eso no se puede todavía hacer».

LA CRISIS DEL COVID-19

Pese a todo, más felices

Beatriz Arregui

Binaced (Huesca)

Hace tres meses lo más importante era la salud. Los medios de información llenaban páginas y horas de programación hablando, por supuesto, del covid-19, pero sobre todo poniendo el acento en lo importante que es la salud para las personas. Estos días la curva más famosa del país se está aplanando, ya estamos en desescalada. Ya no importa tanto la salud de las personas. Ahora nos dicen que lo importante es la economía, que es la que se va a ver lastrada por todas las medidas que ha habido que tomar a raíz de la pandemia. Pero, en realidad, de lo que más se habla es de política. Se vuelve a hablar de pactos, de traiciones. Se ha perdido la unidad (si es que algún día la hubo) y aquel bichito que nos tuvo a todos encerrados en casa va perdiendo protagonismo, en favor de los que habitualmente ocupaban los titulares. ¿Y qué es lo más triste? Que creo que, aunque estábamos más preocupados, éramos más felices cuando nos hablaban de cómo protegernos del coronavirus que de las estériles disputas de aquellos que solo persiguen ser los inquilinos de una casa llamada Moncloa.