El Ayuntamiento de Mérida, los vecinos de El Prado y la compañía Extremeña de Grasas (en la foto) mantienen un largo pulso por los malos olores que desprende esa empresa, que hacen insoportable el ambiente en esa parte de la ciudad, particularmente en verano, cuando el calor obliga a abrir ventanas.

La última información respecto al mismo es el ultimátum dado por el alcalde Calle para que Extremeña de Grasas adopte medidas que eviten que de sus instalaciones salgan olores molestos. Si en un mes no ha corregido todas las deficiencias detectadas (según el último informe de los técnicos municipales no ha sido así) la empresa habrá de clausurar su actividad.

Este conflicto pone de manifiesto, de un lado, lo difícil que resulta para algunas actividades industriales operar de acuerdo a las leyes. Y a la vez permite reclamar a todos los ayuntamientos --no solo al de Mérida-- que extremen el rigor ante acciones ´contaminantes´ de cualquier tipo, no solo por malos olores. ¿No habría que exigir a los consistorios que actúen también contra la contaminación acústica de, por ejemplo, las motos con escape libre? ¿Las terrazas? ¿Los pequeños establecimientos que expulsan el humo de sus cocinas al vecindario? Ocasiones no faltan para luchar contra actividades molestas.