TUtna gran parte de la carga informativa de la reciente visita de la canciller alemana ha recaído sobre aspectos colaterales o no estrictamente relacionados con la agenda bilateral. El más aparatoso, en clave doméstica, ha sido el que trataba de poner de manifiesto la relación de las dos magnitudes tan heterogéneas como las personales de Merkel y Zapatero , sometidas a odiosas comparaciones. Odiosas para Zapatero, se entiende, por ser la que es el que sale perdiendo en la comparación.

Sectores políticos y mediáticos vinculados a la derecha más desinhibida habían presentado la visita de Merkel como la de quien viaja a un protectorado dejado de la mano de Dios o, mejor dicho, dejado en las manos de un gobernante tan inconsistente como Zapatero. Ese era el coro de vísperas.

En un diario madrileño se hizo un remedo gráfico de La Rendición de Breda , el famoso cuadro de Velázquez , en el que se cambiaban los papeles y el flamenco derrotado que se rendía ante Ambrosio de Spínola (Merkel, en el dibujo del diario) era el Zapatero cautivo y desarmado que el PP festejó hace quince días en Sevilla.

Otro periódico, asimismo alineado con las tesis del PP, advertía desde su primera página a Angela Merkel para que no se dejase engañar por Zapatero, como si el presidente del Gobierno de España fuese una especie de trilero preparado para hacerle el truco del almendruco a la implacable dama. Y, en general, tanto la parte política como la parte mediática de nuestro Tea Party de cercanías calentó el viaje con permanentes alusiones a las broncas que Merkel le tenía destinadas a Zapatero, al que, por supuesto, venía a examinar.

Sin embargo, todo eso salió al revés para esos persistentes creadores de climas artificiales en torno a un Zapatero castigadísimo en las encuestas. La canciller no tuvo ningún empacho en elogiar las reformas que está acometiendo el Gobierno español y felicitó a su presidente por el reciente acuerdo económico y social firmado con patronal y sindicatos. "Lo digo con toda convicción --declaró como anticipándose a quienes pudieran endosar sus palabras a la cortesía del invitado en casa ajena--, los mercados van a tomar muy buena nota".

No todo fueron parabienes. La canciller pidió a Zapatero esfuerzos suplementarios en materia de competitividad, saneamiento financiero y disciplina fiscal. Con todo el derecho. Porque Alemania es el motor de la economía europea, somos socios del mismo club, es el primer contribuyente del llamado fondo de rescate y la Banca germana es el primer acreedor de la deuda privada española. Pero eso no tiene nada que ver con la caricatura que algunos han hecho presentando a una Merkel que venía a España a reñir a Zapatero y decirle lo que tiene que hacer. Eso es una simpleza.