La festividad levantada con la ejecución de Osama bin Laden en todo el planeta y con mayor énfasis en el pueblo americano no deja de ser, desde mi punto de vista, una victoria del poder autoritario y avasallador de un pueblo sobre otro. La repercusión mediática de tal muerte con celebraciones, aplausos y frases lapidarias como la del presidente americano: "El mundo es mejor y más seguro", no puede sino conducir a una cascada de respuestas por parte de los terroristas islámicos.

Además festejar tan alegremente una ejecución, desde mi punto de vista, no deja de ser un fracaso del sistema; recordando más a un ajuste de cuentas que la respuesta que un país civilizado donde se ha olvidado el más mínimo derecho, se han saltado todas las normas y sobre todo lo más peligroso, con adhesiones de todos los gobiernos y de la inmensa mayoría de la población. No quiero decir con esto que no mereciera la muerte pero con juicio previo, con una sentencia condenatoria y sobre todo emanando de un sistema garantista.

Me entristecen titulares como: "Una buena noticia para la humanidad", "Júbilo en la Casa Blanca", "El presidente de Estados Unidos es un líder con licencia paramatar". Cuando lo único que ha llevado a cabo el presidente es una respuesta del mismo calibre pero con una diferencia abismal, que nosotros somos los civilizados y los terroristas los salvajes, pero no por ello hemos dejado de usar las mismas medidas y métodos. ¿Qué tipo de tratamiento hubiera seguido el presidente americano con un Troitiño entre sus paisanos con veintitrés muertes a sus espaldas? ¿No sé por qué se juzgó el GAL cuando los medios fueron parecidos a los usados por el pueblo americano y nadie lo festejó?

Antonio Porras Castro **

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