TEtl ingenioso comediógrafo Pedro Muñoz Seca , una de las víctimas de las sacas de las cárceles madrileñas que a espaldas del gobierno ejecutaron agentes de Stalin en noviembre del 36, no perdió durante el cautiverio su sentido del humor. A sus carceleros, tipos duros de la FAI, les dijo en una ocasión: "Me habéis quitado todo, pero hay una cosa que no podéis quitarme: el miedo que dáis".

La memoria de aquellas ignominiosas matanzas de Paracuellos y Torrejón, repudiadas por la legalidad republicana que, desbordada por los sucesos generados por la sublevación del 18 de julio, trataba de recomponer su autoridad y el orden mientras se defendía sin apenas recursos de la agresión fascista, planearon el jueves, al parecer, sobre el acto académico de la concesión a Santiago Carrillo del doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid.

Pero cuando la memoria no busca la verdad, ni la reparación, ni la digestión del pasado, ni, una vez digerida esa verdad y ese pasado, la paz, el perdón y el olvido, sino que se blande violentamente como un arma sectaria para la agresión y la extensión de las heridas, entonces esa memoria no es sino un simulacro, y ni sirve para la reparación, ni a la verdad, ni a la historia, ni mucho menos a la reconciliación. O dicho de otro modo: los jóvenes fascistas que quisieron reventar el acto académico de la Autónoma, sucesores y epígonos de los que nos robaron todo a los españoles (la paz, la ilusión, la prosperidad, el futuro, la democracia, los proyectos de vida, la propia vida...), vuelven a intentar quitárnoslo todo.

Pero hay una cosa que nunca nos podrán quitar: el miedo que nos dan.

*Periodista