El miedo no resulta fácil de aceptar por mucho que lo queramos disculpar como inteligente protector de nuestra integridad con su prudencia, por algo nadie buscamos ser un héroe pero todos escapamos de ser un cobarde. A veces hay situaciones o personas que nos paralizan bajo amenaza de perder la tranquilidad, la economía, los amigos o los dientes, pero existe otra emoción peor, el remordimiento, que mina la autoestima porque aquel día no desmentiste un bulo aún consciente del daño que causabas con tu silencio, porque cambiaste de acera cuando en la tuya maltrataban a una persona indefensa, porque te sumaste en el patio del colegio a las burlas a un compañero mientras por dentro llorabas de impotencia tu incapacidad para defenderlo y, al final, a los tres pediste perdón ante la fría losa que cubrió su maltrato. Mal compañero de viaje es el miedo que resguarda tu integridad un momento mientras apuñala tu conciencia para siempre con el remordimiento.