No hay motivos para pensar que Pablo Iglesias miente cuando dice renegar de Venezuela, cuyo régimen político era «una de las democracias más consolidadas del mundo», según él (el él de hace unos años), y, por tanto, «una referencia fundamental para el sur de Europa», añadía. Como dijo la semana pasada en el Senado, «rectificar en política está bien». Desde luego: en política y en todo. Pero rectificar no solo por rectificar, sino porque, como reconocía también Iglesias, «la situación política y económica en Venezuela es nefasta». La pregunta sería si la situación de Venezuela es nefasta ahora, o sea, con Nicolás Maduro, o lo era también con Hugo Chávez, es decir, cuando el partido de Iglesias aún no era partido ni Iglesias era todavía Iglesias. A falta de explicaciones, habrá que creer que Iglesias no reniega únicamente de la Venezuela actual sino también de la Venezuela de entonces. Y por un motivo: porque el partido de Iglesias ha perdido el copyright del populismo en España, que fue su fundamento, su origen, su consolidación política. No, no hay motivos para pensar que Iglesias mienta cuando dice renegar de Venezuela.

Más complicado es que pueda desmentir la supuesta financiación de Podemos por parte del gobierno venezolano, que es para lo que en realidad ha comparecido en el Senado, a petición del PP. No basta con contestar «rotundamente, no», por ejemplo, cuando se le pregunta si Podemos procede de los fondos económicos de Venezuela, como así lo afirma Miguel Ángel Martín Torbatú, presidente del Tribunal Supremo de Venezuela, actualmente en el exilio. Ni basta con replicar que Podemos, en las elecciones europeas de 2014, gastó 26.832 euros por cada uno de sus cinco escaños, «a diferencia del PP, que invirtió 708.000 euros por cada europarlamentario». Iglesias debe aportar, entre otras cosas, datos que desmientan las informaciones de los medios de comunicación venezolanos que afirman que Podemos recibió, entre 2002 y 2015, millones de euros de los gobiernos de Chávez y de Nicolás Maduro. De no hacerlo, él y su partido seguirán en el populismo que les aupó. ¿Y acaso se lo merecen?