Unamuno era un rojo, afirma un chico después de ver Mientras dure la guerra, la última de Amenábar, una película que debería ser vista por todos los estudiantes. No, no era un rojo, era de derechas, ¿No has entendido que apoyó a Franco? -le contesta otro. Pocos son los que descubren a un hombre sabio lleno de contradicciones, que supo llevar a su vida y a su obra la paradoja de equivocarse y tener razón al mismo tiempo. No se callaba nada, dice otro. Y se metió con el rey, con Franco, y con el de la legión. Y yo los veo discutir sobre esa parte de la historia de España que apenas se enseñaba en mis tiempos, y pienso que al menos ha merecido la pena. A pesar de las críticas, por encima del enorme trabajo de Karra Elejalde, y de los huecos narrativos y las lagunas históricas, si el cine sirve para que los estudiantes hablen de Unamuno, bienvenido sea. Lo que está claro es que no funciona subrayar el libro y anotar que escribía nivolas, y darles Niebla a palo seco, para que hagan un trabajo de dos folios con sus personajes, su estructura y una opinión personal de diez líneas en la que casi todos responden si sin acento a la pregunta de si les ha gustado el libro, más que nada porque casi ninguno se atreve a decir que no. Pocos manuales son capaces de presentar a un intelectual derrotado, mayor, cansado que sobrevive con sus contradicciones y su perplejidad en un mundo que ya no entiende. Llevar a los jóvenes al cine, darles de leer, dejar que lean lo que elijan, explicarles historia, no fechas y datos, es un antídoto frente al adoctrinamiento. Todos nos hemos llevado las manos a la cabeza cuando hemos leído que en algunos congresos se decía que Colón y Cervantes eran catalanes. Todos, reconozcámoslo, nos hemos reído. Ahora que el adoctrinamiento y la falsificación y desconocimiento de la historia ha llenado las calles de vándalos, nos hace bastante menos gracia. Educar como medicina preventiva. Saber, conocer, descubrir que se puede ser sabio y caer en contradicciones y equivocarse, y hasta rectificar. Luego si dijo venceréis pero no convenceréis o algo parecido, es lo de menos. Es una película, no un libro de texto, pero puede ayudar a que los alumnos sepan algo más. Eso nunca es malo. Levantar la voz y protestar tampoco lo es, solo que hay que hacerlo con conocimiento de causa, no con la misma fuerza bruta que criticaba Unamuno; pero yo no quería hablar de Cataluña, sino de la película de Amenábar. Una cosa me ha llevado a la otra, realidad y ficción, como siempre, en este caso las dos caras de una misma barbarie.

*Profesora y escritora.