Catedrático de Economía de ESADE

La economía de EEUU creció en un 7,2% durante el tercer trimestre de este año. Desde 1984, cuando comenzó la escalada de la economía norteamericana, no había registrado una tasa de crecimiento tan elevada. Los amigos del presidente Bush ya han lanzado las campanas al vuelo. "La recuperación ha llegado", dicen en la Casa Blanca. Pero no todos están de acuerdo: "Veremos", decía el economista Krugman en The New York Times.

Estimular el consumo y la inversión a corto plazo con una política de dinero barato (el tipo básico de interés es del 1%) y una reducción de impuestos no es difícil, sobre todo si se decide ignorar los efectos sobre el déficit fiscal y la balanza de cuenta corriente que esa política genera. Es como pasar la recesión a generaciones futuras. Vamos a ver qué pasa. El primer trimestre del 2001 la economía creció al 5%. Un gran resultado para una economía que salía de una recesión. Pero duró poco, porque al trimestre siguiente se redujo al 1,3%. Lo importante es que el crecimiento se mantenga durante los trimestres siguientes. Todos nos alegraremos mucho de que así sea. Por la cuenta que nos tiene.

A efectos de las elecciones presidenciales que se avecinan, lo decisivo es crear empleos; porque el reciente crecimiento norteamericano es un crecimiento seco, es decir, sin aumento del empleo. La economía sigue creciendo, pero el desempleo no se reduce, y se mantiene en torno al 6%. Y esa va a ser la piedra de toque para el actual presidente.

Va a ser todo un milagro, escribe Krugman, producir el mayor déficit fiscal de la historia del planeta y acabar el período presidencial con menos empleos de los que había cuando empezó. Este milagro es algo que Bush bien pudiera llevar a cabo.