Tengo 25 años y soy ingeniera química. Trabajo desde diciembre del 2005. De hecho, dos meses después de haber terminado la carrera ya encontré un empleo. No puedo quejarme, ¿a que no? Claro que era becaria (precaria) de un departamento de una universidad, donde me pagaban una beca que no llegaba ni tan siquiera a situarme en la categoría de mileurista y que no contabilizaba para la vida laboral de la Seguridad Social. Por suerte, pronto hará un año, pude mejorar mi situación laboral. Ahora soy milipocoeurista . ¡Qué afortunada! ¡Incluso me he independizado! ¡Y solo tengo que compartir piso con dos compañeros! Obviamente, no puedo aspirar a vivir sola. Y como yo hay muchos otros jóvenes, lo sé. Y también, como a mí, a muchos les debe haber llegado ya el borrador de la renta... ¡Qué agradable sorpresa descubrir que soy rica! ¡Y yo sin saberlo! Se ve que para Hacienda soy una mujer que solo tiene ingresos y ningún gasto. ¡Vaya! Tengo tantos ingresos que tengo que pagar 990 euros en concepto de IRPF, aunque sumando todo lo que cobré en el 2006 no llegará al sueldo mínimo que te obliga a declarar. Pero, claro, cambié de trabajo, ¡menudo crimen!

Realmente, me parece indignante que un Estado pueda tratar de este modo a las personas, que pueda negarte el derecho a una vivienda digna y que luego se atreva a decirte que te toca pagar toda una mensualidad de tu precario sueldo a Hacienda. ¡Ay no!, me olvidaba de que soy una mileurista . Así pues, podré llegar sobradamente a fin de mes. Y quizá me plantee incluso tener hijos...

Emma Santacana **

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