Desconozco la relación de contaminación que puede tener un cementerio de residuos nucleares, con el de haber trabajado en las minas de uranio de los pueblos de Albalá y de Alburquerque.

Desconozco si en Albalá tienen el mismo recuerdo de los que murieron contaminados por haber trabajado en dichas minas entre la década los años 50 y 60, mineros de Albalá y de Alburquerque que ya no están entre nosotros hace más de 30 años.

Recuerdo muy bien que gracias a que mi marido era hijo de un socialista que había estado preso al término la guerra civil del 36, y por aquella causa el señor cura de Alburquerque no le dio el visto bueno para trabajar en dichas minas, así que gracias a ser hijo de un socialista republicano todavía lo tengo junto a mí para contarlo.

Alguien en la actualidad le sorprenderá que los curas tuvieran la facultad de darle el visto bueno de quien tenía que trabajar en las empresas dependientes del Estado dictador franquista, pero los que sufrieron la represión de los años de la posguerra lo saben muy bien.

Los alburquerqueños que trabajaron en dichas minas están en los cementerios hace más de 30 años, me consta que todos murieron por la contaminación del mineral radiactivo de la energía nuclear y algunos por la silicosis, así que apuesto por las energías renovables para mi pueblo de Alburquerque, para que los hijos y los familiares de aquellos que murieron por la contaminación del uranio, puedan trabajar en alguna de esas plantas termosolares que tiene solicitada esta localidad y que tanta falta hacen en España.

Adela Fargallo Gordillo **

Alburquerque