Barajas está sufriendo frecuentes retrasos y cancelaciones de vuelos que, en muchos casos, son operados por Iberia. Esta situación viene provocada, en parte, por el conflicto entre los pilotos y la dirección de la aerolínea. Muchos pasajeros han sufrido las consecuencias de esa huelga encubierta. Pero el último colapso también tiene que ver con el conflicto entre los controladores aéreos y la empresa AENA. Esta empresa pública se encuentra en una delicada situación financiera, de ahí que intente ahorrar costes incluyendo los relativos al control del tráfico aéreo. En este contexto, el temporal de frío y nieve que asoló Madrid tuvo como consecuencia el cierre durante 5 horas de Barajas, que no ha hecho más que agravar la problemática anterior. Sin entrar en la cuestión de si hubiera sido posible actuar con mayor previsión y celeridad para evitar el cierre de Barajas, el colapso del fin de semana es responsabilidad de AENA y no de Iberia.

Así las cosas, son sorprendentes las duras declaraciones de la ministra Alvarez contra Iberia y la petición del PSOE de que el presidente de esa empresa comparezca en el Parlamento para dar explicaciones. Es atribución del Gobierno garantizar que las aerolíneas cumplan sus compromisos con los pasajeros, sin embargo, no es de recibo intentar exonerarse de su propia responsabilidad poniendo toda la presión a terceros.