TRteconozco que me sorprendí muchísimo cuando supe que Zapatero había nombrado a Carme Chacón ministra de Defensa, no exactamente por ser una mujer, sino por ser una mujer embarazada. Confieso que en un principio me supo a propaganda política, a demagogia oportunista. Eso de que una mujer se ocupara de dirigir un ministerio con una tradición tan masculina --recordemos que hasta hace muy pocos años las mujeres no tenían cabida en el ejército--, ya de por sí se me antojaba bastante insólito, pero como digo, lo que realmente me asombró es que tuviera la barriga hinchada, y no exactamente por beber cerveza. A los dos días, tomando café en un bar, vi a Carme Chacón en una fotografía de la portada de el Periódico pasando revista a las tropas, y aunque ya me había mentalizado de que su nombramiento no era nada descabellado, al revés si cabe, era todo un reto político de un presidente de Gobierno con mentalidad avanzada, la estampa me salió de ojo. Dos tipos descargaban su chanza sobre la imagen y ridiculizaban a la nueva ministra largando expresiones machistas. Hasta que otro cliente los despachó con desparpajo diciendo: "Pero coño, cuántos ministros de Defensa han habido desde el franquismo con el doble de barriga que Carme Chacón y se han muerto con su panza; al menos a esta chica le desaparecerá dentro de cuatro meses".

He escuchado en la radio unas jocosas declaraciones de Silvio Berlusconi refiriéndose a la apuesta femenina de Zapatero. Il cavalieri está haciendo lo indecible por mantenerse joven, es un narcisista empedernido y lucha por retroceder en el tiempo, tanto que su mentalidad se ha quedado estancada en el edad de piedra. Con la socarronería a la italiana que le caracteriza, ha venido a decir a Zapatero que confiar sus ministerios a tantas mujeres será su perdición.

El tiempo dará y quitará la razón a Berlusconi, pero el caso es que con estos nombramientos tan polémicos, Zapatero ha conseguido que los medios de comunicación enemigos suyos estén entretenidos un tiempo echando pestes sobre su persona y se hayan olvidado del precio de los garbanzos. O quizá estén empezando a pensar que hacer la compra sólo es cosa de mujeres.