El Ministerio de Trabajo siempre ha sido uno de los más importantes en cualquier gobierno, pero en esta etapa con Zapatero ha sido curioso. Cuando ganó por primera vez las elecciones, en el 2004, ocupó esa cartera uno de los hombres fuertes del PSOE, Jesús Caldera, el cual parecía que estaba haciéndolo todo bien. Quizás por saber lo que se estaba cociendo no siguió en el 2008. Y el que le sucedió fue, lamentablemente para él, el extremeño, auque afincado en Cataluña desde pequeño, Celestino Corbacho, que se ha llevado palos por todos lados, muchos sin culpa. Ahora se va con la excusa, a mi entender absurda, de preferir estar en una lista a unas elecciones autonómicas que mantener la categoría política de ministro. Y ya el remate final de los despropósitos relacionados con esta cartera es nombrar a Valeriano Gómez, que miren por dónde encabezó la huelga del 29-S, contra la reforma laboral, y que él lo justifica con la increíble excusa de que lo hizo solo como apoyo a los sindicatos, pero que en el fondo él está de acuerdo con dicha reforma. Espero, por el bien para todos que Zapatero lo tenga ¿muy claro?

Federico J. Marín Rodríguez **

Jerez de los Caballeros