Estoy esperando deseoso un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas, el famoso CIS, para determinar si a los españoles les interesa más o menos la Navidad o el monotema catalán. Que se va a liar el próximo viernes cuando se reúna el Consejo de Ministros en Barcelona es cosa segura y, si no, ya verán como la BBC y otras televisiones europeas abren sus informativos con los palos que se repartan el 21D. Menuda víspera del sorteo de la Lotería…

Lo que no termino de entender, y disculpen mis pocas entendederas, es por qué Pedro Sánchez quiere precisamente ahora llevarse al corazón del “conflicto” la reunión del máximo órgano de decisión. ¿No hubiera sido mejor idea, ahora que nos inunda el espíritu navideño, que los ministros se vinieran a Extremadura para solidarizarse con el pobre pueblo extremeño y sus trenes del siglo pasado? Y que lo hicieran pagando su asiento. Perdonen si exagero, pero está bien que alguna vez se hagan comparaciones no tan odiosas como pudiera parecer. ¿Para cuándo un Consejo de Ministros en Extremadura, presidente Vara?

Ahora que todos tiemblan ante la irrupción de Vox y empiezan a emerger los defensores de la patria, no sería mala idea hablar menos de política y más de realidades como que 2019 será un año decisivo en las vidas de muchos ciudadanos que veremos, si acaso, nuestro voto sirve para que las cosas mejoren. Les aseguro que solo aspiro a que, al menos, quienes pagamos impuestos podamos seguir sintiéndonos bien tratados por la Administración. Somos un país estupendo, dependiendo, claro, de dónde te haya tocado vivir. Mientras tanto, seguiremos asistiendo al teatro diario de descalificaciones y reuniones extemporáneas que solo cuestan dinero al contribuyente porque, qué quieren que les diga, 9.000 agentes desplegados en una ciudad para vigilar una reunión de una sola mañana me recuerda más a una cumbre del G20 que a otra cosa. En fin, que no dejen de sorprenderse. El espectáculo va a comenzar.