Mirar al Guadiana puede convertirse en un ejercicio saludable y no sólo en el acto festivo que celebramos los pacenses dos veces al año. No basta con acercarse y mirar el río en tan sonadas ocasiones. Tal vez, si mirásemos más a menudo descubriríamos el estado de abandono en el que se encuentra y trataríamos de mejorarlo. Más allá del estado de sus aguas, que debiera preocuparnos, sus dos orillas se convierten en un paisaje inhóspito para el ciudadano de a pie.

Suelo pasear con frecuencia por el margen izquierdo del río y he dejado de hacerlo más allá del puente Real. Sólo tienen ustedes que darse un paseo entre dicho puente y el azud. Comprobarán cuál es el estado en el que se encuentra el paseo.

También me entristece el estado de la vegetación entre el puente Real y el puente de la Universidad, o la oscuridad que se ha apoderado del tramo del paseo Fluvial entre el puente de la Universidad y el puente de Palmas. Y, créanme, podría seguir citando aspectos relacionados con el río y su entorno que me entristecen.

Todos somos responsables del estado del río a su paso por nuestra ciudad: ciudadanos e instituciones. Y todos deberíamos mirar al Guadiana y hacer algo por él, si queremos seguir festejándolo.

César Manchón López **

Badajoz