En una de las novelas más importantes del siglo XIX, Víctor Hugo escribía ‘Los miserables’, que entre muchas lecturas, quizá la más importante, proclamaba la defensa de todos los oprimidos en cualquier situación y momento.

En esta situación pandémica, los docentes nos están sacando mayoritariamente las castañas del fuego, hasta aquí correcto, pero ahora, una vez superado el primer impacto, llega el segundo, cómo reaccionará nuestro sistema educativo de cara al tercer trimestre, a las evaluaciones, titulación o promoción, pues estos aspectos sí competen más a las instrucciones dadas desde arriba, que del trabajo realizado desde abajo y que el profesorado sólo podrá aplicar. Por eso, quiero centrarme en lo que nos importa, nuestros alumnos, y en especial análogamente a los oprimidos y desfavorecidos de Víctor Hugo, a nuestros miserables, que por cierto, en estas circunstancias no podemos saber ni quiénes son, serán o dejaron de ser.

Realizar evaluaciones objetivas para titular o promocionar sería lo normal en circunstancias normales, pero ni ayer, ni hoy, ni mañana, van a ser circunstancias normales, y basar sólo en evaluaciones, máxime sin estar acostumbrados, un error, y una injusticia, si no se tienen en cuenta los procesos y la situación actual.

Qué hacemos con ese alumno que le costaba y que necesitaba de la figura del profesor para ir superando poco a poco el curso o necesitaba programas de refuerzo, y ahora se ve desamparado, o también, pocos, aquel alumno que le ha tocado un docente que no se maneja de forma online. Pero también está el apartado privado. Quién está más o menos afectado por esta situación. Quién tiene unas condiciones o ayuda más que otros en el confinamiento o la ha perdido. Quién puede medir por el mismo rasero a un colectivo sin saber qué está pasando en cada casa, en cada cabeza o en cada familia ante esta espantosa situación. Quién mira por esos miserables, en sentido figurado, que Víctor Hugo defendía.

Hoy más que nunca me gustaría recordar a nuestras autoridades educativas, respecto a la titulación y la promoción y sólo en este estado excepcional, el filosófico imperativo categórico: Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal en cualquier situación y momento.

No debemos olvidar que nuestros docentes están haciendo su trabajo, pero también el alumnado, es decir, el curso no se está perdiendo y por supuesto ponderable, pero quizás podamos ajusticiar a muchos miserables si queremos aplicar lo mismo a los mismos cuando nada ni nadie es el mismo.

*Maestro.