Como ocurrió en la guerra del Golfo, la invasión de Irak está siendo observada prácticamente en directo desde todos los rincones del mundo. Las nuevas tecnologías permiten que la información sobre los avatares del conflicto cotice también en los mercados financieros a una velocidad impensable hace apenas unos años.

Las bolsas, que suben y bajan estos días al mismo ritmo que las brigadas aliadas avanzan o frenan su ataque, no son tan selectivas como para discriminar a las compañías o a los sectores económicos que podrían beneficiarse de una victoria de las fuerzas invasoras. Los mercados dan por seguro el triunfo aliado: lo que realmente cotiza es el tiempo que será necesario invertir para conquistar Irak. Se ha generalizado el convencimiento de que una contienda prolongada dañará al conjunto de la economía, mientras que una campaña breve permitirá despejar algunas de las incertidumbres, especialmente la de la propia guerra. Solucionado ya el problema de Venezuela y acabada la guerra, el precio del crudo volverá a niveles que permitirán, entre otras cosas, la reducción de los costes energéticos de las empresas y que la inflación en la UE se modere.