Como teníamos pocos problemas, atacó el talibán y hubo que tirar a matar. Afortunadamente, el Ejército español no es la ONG que nos presenta la propaganda gubernamental y, esta vez, la cosa salió bien. El combate duró seis horas. Balance: trece enemigos abatidos. Ninguna baja entre los soldados del destacamento español atacado en el paso fronterizo de Sabzak. Pero, ya digo, es la guerra.

España participa en la guerra de Afganistán aunque nadie lo diría tras escuchar a la ministra de Defensa. La víspera de este combate, en el mismo lugar, resultó herido el sargento José Serantes . Desde Madrid, Chacón identificó a los atacantes como "delincuentes". En las guerras juega todo. Incluida la ingeniería del lenguaje. Al precisar que quienes atacaron al destacamento español eran "delincuentes", Chacón nos estaba queriendo tranquilizar. Quería decir que no habían sido "talibanes", que aunque los que dispararon al sargento tiraban a matar igual que lo hacen los islamistas fanáticos, no eran "talibanes", es decir que no mataban en nombre de una "ideología". La ministra mantenía la ficción de que las tropas destacadas en Afganistán no participan en una guerra porque están en misión humanitaria ayudando a la pacificación del país.

Antes de ayer, el mantra oficial, la edulcoración de la realidad, coló en los telediarios, pero todas las anfibologías quedaron en evidencia cuando en el paso de Sabzak los soldados españoles mataron a los trece talibanes. Los militares que están allí saben que están la guerra y la opinión pública española también lo sabe. Lo que hace falta es que el señor Zapatero y la señora Chacón se den cuenta de lo que significa la guerra y que si el Gobierno decide mantener tropas en Afganistán debe decirlo con claridad, asumiendo que en las guerras se mata y se muere. La imagen de ONG que nos han querido vender, se ha roto definitivamente. La ha roto la guerra. Que tome nota el Gobierno.