TDtesde siempre los humanos hemos sentido fascinación por las noticias concernientes al mundo sideral. Estos días, los periódicos de todo el mundo han comentado una noticia que podríamos resumir así: La sonda Phoenix, de la NASA, ha aterrizado con éxito en Marte después de un viaje de 9 meses, tras recorrer 679 millones de kilómetros. Entró en la atmósfera marciana a unos 21.000 kilómetros por hora. Su objetivo: buscar hielo en el subsuelo al que la Phoenix podría acceder excavando hasta un metro gracias a su brazo robot, y analizar si hay rastros de vida microbiana pasada o presente. Permanecerá tres meses en Marte. Es la tercera nave que se posa allí. Hay otros dos robots en este planeta desde 2004. Sabemos que este planeta comenzó a explorarse en los años 60 y que en 1976 llegó el Viking 2.

Hay una canción antigua, muy desfasada, por cierto, que nos indica que desde hace varias generaciones, a los humanos les interesaba conocer si había vida en Marte. Ahora se podría poner de moda debido a esta noticia. Seguro que es desconocida para muchos. Dice así:

"...Yo que tanto te he soñado, voy a ser el primer pasajero que viaje hasta dónde estás, en la tierra no he logrado que lo ya conquistado se quede conmigo no más.

Quiero una chica de Marte que sea sincera, que no se pinte ni fume, ni sepa siquiera lo que es rock-and-roll.

Marcianita, blanca o negra espigada, pequeña, gordita, delgada serás mi amor. La distancia nos acerca y en el año 70 felices seremos los dos".

Los hombres anhelaban viajar al planeta rojo para encontrar a su bella marcianita esperando que tuviera todas las virtudes y ninguno de los defectos de las mujeres terrícolas. Pero pasaron los años 70, 80, 90, llegó el siglo XXI y, ni rastro de las marcianas. Van a tener que seguir conformándose con su parienta terrestre por mucho tiempo. Lo mismo podríamos decir de los marcianitos, seguro que, de haberlos, se organizarían caravanas de mujeres a Marte, para cambiar de género. Pero esto no es más que una utopía.