TDturante más de dos años, entre el 2004 y el 2006, el Partido Popular basó su oposición a Zapatero en el presunto fraude en las elecciones generales inmediatamente posteriores a los atentados del 11-M. Aquella estrategia se basaba en la denuncia de un supuesto complot orquestado por Rubalcaba para eliminar las pruebas que vincularían los atentados de Atocha con ETA y no con el terrorismo islámico. Angel Acebes y Eduardo Zaplana se aferraban a esa teoría conspirativa también para expiar su pecado de mentir. El altavoz de la operación fue el diario 'El Mundo', que dedicó infinidad de portadas a la famosa "mochila de Vallecas", en referencia a una prueba de los atentados que se perdió en la cadena de custodia policial y no llegó al juzgado. Este viernes el rotativo madrileño dedicó su primera página a la escandalosa destrucción de los datos relevantes guardados en los ordenadores de Luis Bárcenas . Desgraciadamente, en esta aventura contra la incompetencia judicial los directivos populares no van a acompañar a su antiguo diario de referencia.

En cualquier país normal, lo que ocurrió el jueves en la Audiencia Nacional hubiera sido un escándalo de primera magnitud. El relato oficial del PP sobre los papeles de su extesorero se derrumba a la luz de este episodio. Si los dirigentes de Génova no tienen nada que ocultar, si su voluntad ha sido siempre colaborar con la justicia para perseguir al delincuente Bárcenas, ¿cómo es posible que destruyeran las pruebas que podrían incriminarle cuando le hicieron dimitir en diferido porque estaba imputado? ¿Qué credibilidad tiene una organización política que no colabora con la justicia?

Con este comportamiento, el PP de Rajoy y Cospedal da alas al relato alternativo: Bárcenas no habría sido un fabulador sino un cronista. De manera que todos los pasos que dio, está dando y dará el PP son para tapar sus vergüenzas, no para destapar las mentiras del encausado. El jueves se pasó, por lo tanto, del "error de creer a un falso inocente" al "delito de encubrir a un presunto culpable". Fin de la cita.