Si el miércoles el Partido Popular acepta la comparecencia del presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones del 'caso Bárcenas', la moción de censura anunciada por el PSOE en caso de que no lo haga habrá conseguido sus objetivos. Hay suficientes indicios de que el PP está variando su inicial y rotunda oposición a la comparecencia y es muy posible que esta semana acepte que Mariano Rajoy acuda al Congreso, tal como le pide la oposición en pleno. De las acusaciones del portavoz popular, Alfonso Alonso , que tachó al PSOE de "rehén" y "padrino" de Bárcenas , hemos pasado a una mayor flexibilidad y parece que en el partido del Gobierno lo que se discute no es la comparecencia, sino el modo de hacerla. El PSOE ha adelantado que exige un pleno y que no aceptará una sesión de control de tres minutos. Tampoco sería de recibo que las explicaciones se aplazaran a septiembre.

Como medida instrumental para obligar a las explicaciones de Rajoy, el anuncio de la moción de censura habrá sido eficaz, pero eso no impide considerar que esa estrategia no debería repetirse. La Constitución concibe la moción de censura como una acción parlamentaria para derribar al Gobierno con un candidato y un programa alternativo. Y este no es el caso porque la moción ni puede derribar al Ejecutivo ni el PSOE tiene un candidato claro ni un programa aprobado. La nueva línea de los socialistas debe ratificarse en la conferencia política convocada para el otoño y el aspirante a la presidencia del Gobierno ha de salir de unas elecciones primarias que no están ni convocadas.

El fracaso de la moción, que podría volverse contra el PSOE por esta indefinición de programa y de candidato, está cantado no solo porque el PP tenga mayoría absoluta, sino porque los partidos nacionalistas (CiU y PNV) le niegan, e Izquierda Unida no ha decidido aún su respaldo. El hecho de que el PP goce de mayoría no puede impedir que Rajoy esquive las explicaciones en el Parlamento sobre el 'caso Bárcenas' y sus relaciones personales --sobresueldos, mensajes con presuntos intentos de protección, etcétera--, y para evitarlo no valen excusas como que ya ha dicho todo lo que tenía que decir o que "todo es falso, salvo alguna cosa", como dijo. Si el PP no hubiera cometido tantos errores y Rajoy hubiese pedido la comparecencia, que era lo que tocaba, el desgaste hubiera sido mucho menor.