Dramaturgo

Protestaba Videla al policía que le empujó un poquito para hacerle entrar en la Corte Suprema de Buenos Aires, "¡que no son modales, ché...!". Protestaba el viejo, el flaco Videla , porque no es forma de conducir a un anciano dictador por esas escaleras tan empinadas. Protestaba Videla mientras a Garzón se le estudiaba en Harvard y en España el gobierno de Aznar denegaba su extradición. Los muertos no protestan.

Los Madres de Mayo protestan cuando las zarandean los policías y las hacen bajar las escaleras de la Corte Suprema de Buenos Aires. Sus voces cansadas de protestar apenas sostienen las preguntas: "¿Qué fue de nuestros hijos?". A ellas los modales les importan poco, saben que esos modales no son nada comparados con los que se utilizaron para torturar, violar y asesinar a los suyos. Saben que esos modales, los que hacen protestar a Videla, son caricias comparados con los zarpazos de la incomprensión y la burla. Mientras, en Harvard se estudia a Garzón y Aznar y su gobierno consideran un producto argentino (como el dulce de leche o el tango) aquellos otros modales y, por consiguiente, debe ser consumido allá, en la Pampa (cada oveja con su pareja que uno es aliado de Estados Unidos y aquí para problema nacional ya tenemos el de Irak).

Los muertos no protestan, sus madres casi no pueden ya hacerlo, los hombres y mujeres que se comprometieron a descubrir la verdad, a denunciar aquellos crímenes en sus obras y a escapar del olvido, tienen hoy un nudo en la garganta mientras Astiz, Videla y sus secuaces brindan en un asado criollo de carne poco hecha, de carne apaleada, profanada y desaparecida. ¡Pobre madre patria!