Últimamente se viene hablando sobre la necesidad de definir el modelo de ciudad que queremos los cacereños y parece ser que, tanto movimientos sociales, como representantes políticos se viene inclinando por la necesidad de respetar el medio ambiente hasta el punto de no admitir industrias que lo contaminen de tal forma que Cáceres sea un ejemplo de ciudad sana, de aire limpio, aguas puras y cielo azul.

Así las cosas, la gran apuesta para que la agonía y muerte de la urbe no sea inevitable, es el turismo. Esa es la industria que generará empleo y riqueza, y que hará que sus valores artísticos, tradicionales, arquitectónicos, monumentales, gastronómicos y demás recursos turísticos sean conocidos en el mundo entero y con ello nos sentiremos orgullosos de nuestra ciudad.

Pero para ello, hay que poner en valor estos recursos, hay que coordinar las actuaciones que tiendan a ello y hay que mejorar, y mucho, las infraestructuras de acceso y estancia en la ciudad.

Hace unos años se creó el consorcio Cáceres Ciudad Histórica integrado por la Junta de Extremadura, la diputación y el ayuntamiento, con la loable intención de coordinar a las tres administraciones en materia de promoción turística y conservación, mantenimiento y rehabilitación del patrimonio artístico y monumental de la ciudad; pues cada una de ellas venía haciendo la guerra por su cuenta y en no pocas ocasiones se duplicaban y triplicaban las mismas cosas y en otras muchas las cosas no se hacían.

Lamentablemente, este consorcio no ha pasado de ser algo más nominal que efectivo. Sin personal, sin presupuesto y sin competencias poco o nada puede coordinar ni, mucho menos, hacer.

Otro gallo cantaría si el personal, las competencias y los presupuestos que las tres administraciones dedican a los teóricos fines del consorcio hubieran pasado a éste con armas y bagajes; pero no ha sido así y ahora, en lugar de tres, ya son cuatro los que dicen, hacen y deshacen en materia turística, mirándose de reojo, desconfiando los unos de los otros y compitiendo a ver quién asiste a más ferias y eventos nacionales e internacionales para presumir de promocionar y colgarse medallas. Es cierto que la afluencia de visitantes crece a ojos vista y Cáceres va dejando de ser la gran desconocida que sorprende por sus encantos a quien viene por primera vez; pero también es verdad que son las redes sociales y la facilidad de comunicación las que hacen que «se corra la voz» de nuestro potencial turístico.

Y también es cierto que mucha gente que viene se lamenta de que muchos monumentos estén cerrados, de que sea difícil mantener el equilibrio por los pavimentos de la parte antigua y que sillas de ruedas y cochecitos de bebé no puedan acceder a la mayoría de los sitios, de que la hostelería deja mucho que desear en servicio a precios abusivos, de la falta de atención e información los festivos y fines de semana y, en general, de la poca o nula promoción de actividades y eventos que tienen indudables atractivos y son desconocidos para el gran público, más allá de la Semana Santa y el Womad.

En fin, políticos extremeños y cacereños, «pónganse las pilas» y... a trabajar. * Grupo de opinión ciudadana en Cáceres