WEwl rey de Marruecos, Mohamed VI, conmemoró ayer el 30 aniversario de la Marcha Verde, gracias a la cual su padre consiguió forzar la ocupación del Sáhara Occidental, con un discurso que reproduce las tesis que sostiene el monarca desde el año 2001. Marruecos propone desde esa fecha una autonomía que nunca concreta --ayer se limitó a decir que consultará a los partidos para indagar cómo conciben esta fórmula de autogobierno limitado-- a cambio de la renuncia a un referendo de autodeterminación. Esta propuesta, que no fue asumida por la ONU a pesar de que fue apoyada por Estados Unidos y Francia en el 2002, no es pues una novedad. Sí lo es que, en los últimos tiempos, los saharauis residentes en el territorio administrado por el reino alauí hayan decidido desafiar abiertamente la represión. Marruecos esperaba que el tiempo corriese a su favor pero ni 30 años de ocupación han conseguido acabar con el problema.

El del Sáhara es un proceso de descolonización que debía concluir, según el derecho internacional, a través de un referendo. Pero es también un problema político que puede eternizarse mientras no haya un acuerdo internacional que conjugue los derechos de los saharauis con el realismo.