El rey de Marruecos Mohamed VI puede llenarse la boca de democracia, pero si en su país se castiga con dos años de cárcel a un periodista por escribir que la lealtad al rey se paga con favores, sobran las palabras: en ese país no hay libertad de expresión. Es lo que ha pasado en nuestro vecino país, donde al que critica al rey lo meten preso.