TDteberíamos estar viviendo el momento promesa, mas tal vez porque tristemente la mayoría de las que se hicieron no se han cumplido, se ha sustituido por un magro momento inauguración, forzosamente breve por falta de corpus. Saldado el trámite con sordina en el inacabado Auditorio, sin posibilidad ya por ley de cortar la cinta en la desangelada, fría, granítica y comba plaza Mayor, procede activar otro tipo de momentos. Véase el anunciado momento limpieza, algo infantil y muy tardío, aunque no por ello menos necesario. Por fin tres meses antes de las elecciones el ayuntamiento percibe lo guarrísima que está la ciudad e inicia ¡casualidad de casualidades!, una campaña para librar las paredes de graffitis, el suelo de chicles pegados o cacas de perro y hasta monta cuadrillas de scouts para que recojan la escoria, los angelitos. Además la señora alcaldesa dirigirá una carta a los ciudadanos para concienciarles del problema. Algunos, humildemente, sin importunar con misivas a la amable regidora, hemos clamado de modo educado en repetidas ocasiones pues veíamos los muros de la ciudad nuestra, si un tiempo limpios, cada vez más guarros, hasta no hallar cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la mugre. Por eso escama sobremanera que cuando repetidamente se nos ha dado la callada de palabra y obra por respuesta, sea el momento preelectoral el elegido por los responsables de la ciudad para remediar la degradación en que se encuentra. No importa si al fin se limpia y el abandono y la desidia dejan de ofender el buen gusto, la educación y la ciudadanía pues un ayuntamiento no está para consumirse en disputas estériles sino para mejorar la ciudad y hacer más felices a los que la habitan en la medida en que pueda facilitarles la vida que cada día esté más limpia, ordenada, acogedora y cómoda. La bella Cáceres de cuidados jardines ha ido revistiéndose progresivamente, pese a su innegable atractivo, con una pátina de cocambre que no merece. Se ha hecho poco para evitarlo. Pero nunca es tarde para enmendar un error. ¿O sí?