Periodista

Desde hace unos años, los cacereños, entre la Virgen y la feria, sienten el bullir de sus tendencias más libertarias y desinhibidas, salen a la calle y hacen lo que el resto del año les da no sé qué : bajan a la parte antigua, se sientan en una escalera, palmean, bailan y se lo pasan bien comiendo un pedazo de pizza en la plaza Mayor o comprándose una pulsera de cuero en una esquina de Pintores.

Como dice El Bola , filósofo maldito de lo cotidiano: "El Womad es el único momento del año en que Cáceres deja de ser tonta del culo". Lo malo es que ese momento cuesta 80 millones de pesetas.

En Extremadura y en determinados círculos musicales, alternativos y culturales del resto de España, al llegar mayo a su mitad, una consigna circula presurosa y estimulante: "Vámonos al Womad a Cáceres". Y la ciudad se llena de gente curiosa que recorre el circuito anual del haz lo que quieras : el descenso del Sella, el Espárrago Rock, el festival celta de Ortigueira... Gente curiosa y viajera que deja en Cáceres un poso de novedad y sacude la caspa invernal.

No es que el Womad suponga una revolución cultural, pero es un regalo de oxígeno que permite sobrevivir a una parte de Cáceres que no es de toda la vida en el sentido más retrógado de la palabra, que no es mayoría, pero que merece ser respetada. El Womad, además, aunque cueste 80 millones, deja mucho dinero en Cáceres y unos réditos publicitarios muy interesantes: sólo durante el Womad dedican los periódicos de otras provincias media página a Cáceres.

Ahora parece ser que el Womad puede desaparecer. Es más, conociendo los desequilibrios económicos que provoca, estoy por asegurar que el Womad y Cáceres van a romper sus relaciones. A cambio se anuncia un festival alternativo de solidaridad. Supongo que con 80 millones se pueden hacer muchas cosas, pero sospecho que se rompe con Womad para gastarse lo menos posible, temo que la presión del Cáceres bienpensante acabe por convertir ese festival alternativo en un certamen de negritos angelicales tipo Viva la Gente (con el Womad ya sabías que eso no iba a pasar) y estoy seguro de que muchas ciudades querrán llevarse el Womad cacereño a su mes de mayo.

Es cierto que nuestro Womad se había convertido en un festival de saldo. Pero aun así, pronunciabas la palabra mágica, Womad, y la parte más pinturera de la sociedad se movilizaba sin preocuparse de qué músicos tocaban. Cambiar el Womad por un festival alternativo hecho desde Extremadura puede ser interesante si se mantiene el presupuesto, si la filosofía del nuevo evento no acaba plegándose a las presiones del cacereñismo rancio que detesta el Womad "porque bajas a la plaza y no conoces a nadie" y si se organiza con rigor profesional (este último punto es el que menos dudas me provoca). De todas maneras, habría que esperar a mayo para despejar una incógnita interesante: ¿Cáceres se llenaba en mayo por ser Cáceres, por ser mayo y porque había música y jolgorio o porque llegaba el Womad? Sospecho que más bien por lo primero.