WEw n las carreteras españolas han muerto 316 motoristas en los ocho primeros meses del año, un 37% más que el anterior, y las autoridades se preguntan el porqué de esta alta mortandad entre quienes circulan sobre una máquina de dos ruedas. El ministro Rubalcaba se entrevistó ayer con representantes de entidades del sector para estudiar medidas, pero los expertos ya han sacado algunas conclusiones: se trata, por lo general, de motos de gran cilindrada, propiedad de conductores habituales de automóvil que los fines de semana salen a disfrutar de la carretera, de la sensación que les da viajar a gran velocidad en motocicleta, por encima de los límites establecidos. Son, pues, en muchos casos motoristas ocasionales, con poca experiencia previa y en motos de menos potencia.

No es esta, por supuesto, la única explicación de la alta siniestralidad. Los motoristas van desprotegidos, su cuerpo es el chasis. Una caída o un choque puede resultar fatal. Un firme en mal estado, una pintura deslizante en la calzada pueden provocar una caída. Los temibles guardarraíles o quitamiedos hacen el resto. Y los conductores de automóviles no parecen educados para compartir las carreteras y autopistas con las motocicletas. La Administración debe mejorar las infraestructuras y hacer campañas para concienciar a unos y a otros: a los motoristas, para que sean responsables y prudentes; a los automovilistas, para que respeten los normas de seguridad extra --distancias-- que requieren las motos. Y queda, por supuesto, la vía sancionadora y la exigencia de una experiencia mínima para poder manejar motos de alta cilindrada.