Notario

El linchamiento es una modalidad de violencia multitudinaria mediante la que una muchedumbre ejecuta a un presunto delincuente, frecuentemente torturándolo y mutilándolo, sin juicio previo pero con la pretensión de administrar justicia. La ley de Linch es, por tanto, la que aplica todo grupo que --autoerigido en tribunal-- condena a una persona sin las garantías del debido proceso legal. Estos términos derivan del nombre de Charles Lynch, un plantador virginiano y patriota ferviente, que durante la Revolución Americana presidió un tribunal irregular constituido para castigar a los legalistas probritánicos.

Se ha escrito, con razón, que prácticas como éstas, justificadas como salvaguarda de valores esenciales y propias de un primitivismo brutalmente expeditivo, contribuyeron al endurecimiento del carácter de la comunidad americana y explican la subsistencia de la pena de muerte en muchos estados de EEUU. Además, en los del sur, los linchamientos fueron un instrumento habitual de venganza racial, siendo los negros las víctimas propiciatorias. Se cuenta que son muchas las tumbas en los cementerios del oeste en las que, en una pobre lápida, figura escrita esta leyenda: "Hanged by mistake", o sea, ahorcado por error.

En Mosul, hace poco, cuatro hombres fueron linchados. Es cierto que, al parecer, dos de ellos eran los vesánicos y criminales hijos de Sadam Hussein. Pero ello no justifica que --dada la apabullante disparidad de fuerzas-- se optase por aniquilarlos, en lugar de detenerlos y juzgarlos. En realidad, la única diferencia esencial entre los criminales y la gente de bien radica en que ésta cumple la ley, incluso cuando protege a los forajidos.