Mucho tiempo ha transcurrido desde que el ser humano, para hablar por teléfono, estaba obligado a meter el dedo índice en una rosca giratoria con diez orificios correspondientes a las diez cifras (0-9) que componen nuestro sistema de numeración. Acuérdense de aquel teléfono que utilizaba el cómico Gila para comunicarse con "el enemigo", o el que descolgaba José Luis López Vázquez antes de exclamar "¡Matilde, la Telefónica!".

Desde entonces hasta hoy la telefonía ha evolucionado una barbaridad. Aquel antiguo aparato cambió su rosca giratoria por un teclado, más cómodo y funcional. Y poco después llegaron aquellos móviles del tamaño de una caja de zapatos que daban mucho empaque a los pocos ciudadanos que los tenían, quienes por otro lado solían airearlos para alardear de esnobistas. Ahora es una pequeña maquinita con mucho poder a la que sometemos para que nos tenga sometidos. Para cualquier persona el móvil es como una verruga de la que no puede desprenderse. ¿Quién se atreve a salir de su casa sin móvil?

Antes se decía que algunos niños nacían con un pan bajo el brazo, hoy nacen con un teléfono móvil en la oreja; y a los pocos años ya saben comunicarse en "alfabeto restringido", ese que capa o sintetiza las palabras para poder escribir + en - tiempo x poco dinero. Aunque el dinero es cosa de papá y de mamá.

Hay gente entregada en cuerpo y alma a su móvil. Con su móvil se acuestan, con su móvil se levantan, siguen hablando por el móvil mientras comen, mientras hacen la compra o juegan con vidas propias y ajenas mientras conducen. Son moviladictos. Me pregunto qué ocurriría si desaparecieran de repente todos los teléfonos móviles del planeta. ¿Quién haría más de diez llamadas innecesarias al día, o enviaría más de veinte SMS sin motivo a la hora, o utilizaría por tiempo ilimitado el whatsapp sólo para pasar el rato, o haría absurdos vídeos por diversión, o fotos tontas por entretenimiento?

No sé si se acabaría el mundo para los moviladictos si desaparecieran los móviles. Pero creo que muchos movilacosados recuperarían el sosiego.