Coria fue escenario ayer de las primeras protestas de los empleados de Cetarsa contra la privatización de esta empresa pública, manifestación que abre el calendario de movilizaciones en las cuatro fábricas que la firma estatal tiene en Extremadura. Estas primeras protestas suponen la cuenta atrás de una historia anunciada y que, según todos los indicios, se hará efectiva este verano. La vida de Cetarsa ha estado siempre ligada al desarrollo del sector tabaquero extremeño, siempre dependiente de las ayudas provenientes de Europa. Ahora llega el momento de trabajar para que esta irremediable privatización se haga con el menor coste social posible, principalmente para esos 750 empleados que ven con incertidumbre su futuro en la empresa. Es necesario que, con el inicio de esta reconversión, se busque los mecanismos necesarios para la regeneración de empleo en el agro extremeño. El campo necesita ahora más que nunca empresarios que presenten iniciativas para sortear los males que salpican de lleno al sector. Para ello, sería deseable recuperar aquellas viejas voluntades de los productores extremeños que, desde la unión de fuerzas e intereses, aspiraban a defender el papel de Extremadura como la gran potencia en la producción de tabaco.