Maestro

La calle se mueve. Una mañana un grupo de empresarios reclama un nuevo horario de cierre de los locales expendedores de alcohol de unas determinadas zonas de Cáceres. El equipo de gobierno dice estar dispuesto a ir a Mérida con ellos, o a lo mejor penden una nueva pancarta de la balconada municipal con un no al horario de cierre. Porque otras soluciones no vemos. En la ciudad se cierran muchas cosas y se abren pocas expectativas de futuro y quienes administran la mayoría absoluta han demostrado su incapacidad para impulsar el desarrollo de una ciudad que se llena de nuevas viviendas sin que el incremento de población lo justifique. Su oferta de empleo se concreta en mucha policía. Respecto a los bares, su permisividad es palmaria en cuanto a incumplir las normas de insonorización, aforo, mantenimiento de los servicios higiénicos, control de la calidad de los alcoholes, exigencia de cumplimiento de no dispensar bebidas alcohólicas y tabaco a menores... Pero Cáceres ni se muere ni está agonizando. Hay pulso ciudadano en sus calles y parece que al mirarnos unos a otros estemos dispuestos a decir: hasta aquí hemos llegado.

Pero no sólo en nuestra ciudad sucede esto, porque están pasando cosas derivadas de decisiones tomadas al amparo del número de votos que les permitieron gobernar que nos hacen pensar que el tiempo de la delegación de la responsabilidad en los gobernantes está llegando a su fin, para dar paso al control social y al compromiso ciudadano. Hechos tan escandalosos como la marea negra y ahora el apoyo alborozado a la guerra están haciéndonos despertar del letargo y creo que la bajada de los índices de audiencia de los informativos de TVE es un claro síntoma de que ya no deglutimos la que nos cocinan los voceros de Aznar y de que nuestra realidad no es la que nos enseñan. Tiene que ser muy duro ver cómo la mayoría absoluta se transforma en la más absoluta soledad con el rechazo mayoritario de unos ciudadanos que no nos sentimos representados porque algunos partidos se han transformado en sociedades anónimas democráticas de intereses que rara vez coinciden con los nuestros. Detrás de todo está la econosuya , que pone y quita gobiernos, que se alía con quienes les son de utilidad en cada momento y luego, una vez armados, pero molestos o inútiles para sus intereses, transmutan al amigo en tirano. Se acercan elecciones y hay que estar muy atentos a las propuestas programáticas y leer hasta la letra más pequeña, pues quienes están acostumbrados a moverse entre documentos mercantiles, pueden escribir de tal forma las cosas que siempre las puedan interpretar a su favor. El poder siempre lo tenemos los ciudadanos y el voto hay que ganárselo a pulso. La calle está viva. Los más de 5.000 manifestantes demuestran que tiene latido, que Cáceres sigue viva. La celebración de eventos, como la gala de los San Pancracio, que además de estar afianzada y gozar de prestigio entre las gentes del cine, nos permite comprobar los progresos de los alumnos de la escuela de Olivenza y disfrutar con músicas y músicos de la tierra, o exposiciones como la organizada en la casa-museo Guayasamín sobre el Prestige , vienen a contradecir a quienes proclaman que nuestra ciudad se muere.