Resulta difícil de explicar, sobre todo desde el punto de vista ético, que determinados programas de televisión acepten en el plató a parejas con denuncias de maltrato, órdenes de alejamiento y, lo que es peor, riesgo para la vida de la mujer amenazada. La insensibilidad ante el problema de la violencia machista lleva a que determinadas cadenas de TV no se paren en barras a la hora de buscar audiencias y acepten concursantes que pueden morir tras salir en la pantalla.

Viene todo esto a cuento de lo ocurrido en Alicante donde una joven rusa se prestó, inexplicablemente, a la pantomima de participar en un show donde su maltratador, sobre el que pesaba una orden de alejamiento, le pidió matrimonio. Su negativa ante las cámaras, pactada previamente como todo lo que ocurre en esos programas deleznables, le ha costado la vida.

Su asesino, que la cosió a puñaladas días después, no pudo soportar la humillación de ser rechazado ante los espectadores por alguien a quien consideraba de su propiedad. Conviene preguntarse si no existen unas normas de selección de participantes y aquel que tenga una orden de alejamiento, la rechace la víctima o no, quede excluido de estos juegos peligrosos. ¿O es que se busca precisamente ese morbo porque da más audiencia? El drama de la violencia machista, que este año está batiendo todos los malos augurios en cuanto al número de mujeres asesinadas, no admite tolerancia ni experimentos audiovisuales para engrosar la cuenta de resultados. Si determinados programas están dispuestos a pasarse la ética por el forro, alguien debe prohibir este desatino.

En este triste caso se da, además, la circunstancia de que la policía no había conseguido localizarle en su domicilio para comunicarle la condena de once meses de prisión y la orden de alejamiento dictada por un juez. Y eso que todos los espectadores del programa de televisión le habían visto en su numerito de doliente arrepentido. Ni el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, ni la policía que no encontró a quien salía incluso en la tele, ni la cadena que emite morbo sin control, son ahora responsables de lo ocurrido. El asesino dice que él no ha sido, así que a esta pobre mujer la mató un fantasma casi en directo en un plató de televisión. Vamos cada vez peor.