Periodista

Anteayer, a media mañana, la noticia de la muerte de Copito de Nieve estaba en las ediciones digitales de todos los diarios. Internet llega a todos los rincones del planeta y por un sistema de antenas alcanza a todo el universo, por lo que en el Planeta de los Simios debieron declarar unos cuantos días de luto.

En vida se le dio el título de universal , pero en un envoltorio crítico para la especie humana de reconocido prestigio más allá de las fronteras. ¿Qué podemos decir de un país cuyo personaje más universal es un gorila? , se preguntaba un ocurrente, que quería destacar así la mediocridad de nuestros congéneres. ¿Qué culpa tenía él si las generaciones presentes no tenemos un Miró o un Gaudí? Nadie le puede negar la universalidad. Un diario de contenido denso como Le Monde le llamaba familiarmente Flocon de Neige y en la prensa anglosajona ha sido Snowfkake , nombre que precisamente le dio el National Geografic y con el que se ha quedado, en cada país traducido a su respectivo idioma.

Lo que se haga estos días como homenaje póstumo a Copito tendrá al mundo por testigo. Si estuvo siempre bajo la atención de una de las instituciones de la plaza de Sant Jaume, no caigamos ahora en el espectáculo provinciano de los celos de la otra. Dio fama a Barcelona por el calor con que le acogió, tan conocido en el mundo como la Sagrada Familia o Dalí. En las exequias, las instituciones han de encabezar el duelo y participar en todos los honores que se le rindan.

Se los merece todos, que le levanten un monumento, que le dediquen una calle... Pero con alegría como la que él demostraba cuando cazaba al vuelo los cacahuetes que le echaban en el zoo.