Si algo distingue al mundo de la literatura es su espíritu crítico, tan crítico que necesita flagelarse cada poco tiempo para poder ser (un poco) feliz. Me costaría imaginar que futbolistas en activo que le deben al fútbol todo cuanto son en la vida (Messi , Cristiano , el hoy infortunado Iker Casillas ) se quejaran abiertamente de que el deporte rey está muerto.

¿Cómo podría estar muerto aquello que alegra la existencia de millones de personas, a quienes mantiene en vilo, ilusionados, semana a semana? ¿Cómo podría estar muerta una industria millonaria? ¿Cómo podría estar muerto aquello que despierta tantas pasiones? Tal afirmación sería surrealista. Pero como el surrealismo y la literatura se entienden bien, lo que es inconcebible en el fútbol es posible en las Letras, esto es, que novelistas digan o escriban que la reina de los géneros literarios ha muerto. El último de ellos es Luis Goytisolo , reciente ganador del Premio de Ensayo Anagrama con La naturaleza de la novela, un estudio dispuesto a enseñarnos que "la novela está en fase de extinción".

¡Pero si solo está en fase de extinción, alegrémonos, porque donde hay vida hay esperanza! El novelista Eduardo Mendoza , en línea con Goytisolo, ha matado con sus declaraciones a la novela varias veces. Y sin embargo- ahí siguen todos: Goytisolo, Mendoza, la novela... Por lo que se ve, este género es como esas culebras que, incluso difuntas, siguen meneando la cola.

Envidio el optimismo y la vitalidad de los futbolistas, en contraste con las fúnebres lamentaciones de ciertos escritores que se empeñan en enterrar una y otra vez aquello que nos alegra la vida.