Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

Como no era difícil de prever, lamentablemente ya tenemos nuestra primera víctima militar del ejército español en Irak, y más allá de su carácter de agente especial de información, está el lugar, forma y condiciones en que se desarrollaba su trabajo.

Y lamentando mucho la muerte de este soldado, lo más probable, y bien quisiéramos equivocarnos, es que diste mucho de ser el único. Y da igual a estos efectos de que explícita y singularmente sea atacada una patrulla y mueran varios miembros de ellas, de que por azar explote una mina y se tenga igual número de bajas. Se está en guerra, y hay un claro y cierto riesgo que se paga en vida. La cuestión, la muy dura cuestión, lo realmente obsceno de la misma es el origen del riesgo ¿Por qué se está en Irak? y, ¿qué intereses servimos?

Las respuestas a estas preguntas el Gobierno las rehuye, no es que no sepa responderlas, es que le da vergüenza la contestación. Y prefiere alejar las imágenes de la guerra irakí de todos los medios de comunicación sobre los que tienen influencia, pasar de puntillas y cuando ocurre un suceso luctuoso como éste, convertirlo casi en un accidente laboral, al fin y al cabo nuestro ejército es ya totalmente profesional.

Y aunque ciertamente el ejército es una profesión que lleva inherente el riesgo, éste tiene que estar justificado y en el caso del conflicto irakí no lo está.

En el marco internacional, es básico contemplar el tablero de conjunto, ver la disposición de las piezas y mover en función del posicionamiento de las mismas. Y lo que ahora se ve sobre la mesa es un Oriente Medio tremendamente convulso, en el que la resistencia chiíta, que puede alcanzar grados de fanatismo muy considerables, juega un papel relevante en Irán, Irak y Líbano, un Israel deseoso de pasear sus tanques por Damasco, una contestación interna en las monarquías más o menos confesionales de la región, tendiendo a desestabilizarlas. El camino hacia un nuevo Vietnam en Irak, el progresivo cansancio de la opinión pública norteamericana, la incapacidad de Estados Unidos de conseguir una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que legitime su presencia en Irak.

Y en este panorama, está el proyecto de Constitución para Europa en donde, y no por fortuna, las distintas velocidades de integración se imponen, y nosotros jugamos, y me parece magnífico, a la de cooperación más reforzada, integrándonos en el euro, no lo hizo así el Reino Unido de Gran Bretaña, Polonia ni tenía esa posibilidad, ni está claro que la quiera. Y esto implica buscar un grado de entendimiento especial con el núcleo germinal de la nueva supranacionalidad, a la que queremos pertenecer y con la que compartimos tanto. Y en la que por nuestra ubicación territorial e historia reclamamos un papel de puente entre la UE y el mundo árabe.

La posición internacional trabajosamente ganada que permitió hitos como la Conferencia de Madrid entre palestinos e israelíes, ha saltado hecha trizas. Y todo esto, gracias, más bien desgracia en este caso, al omnímodo poder de decisión de Aznar, que ha satisfecho un oscuro sentimiento de autoestima con el embarque en esta triste historia de Irak.

Ante tal panorama, sólo cabe decir qué error, qué inmenso error es la presencia de nuestro ejército en Irak ¡Qué desatino! Cuánto ganaría el candidato Rajoy si, valientemente, con personalidad propia, saliese a la palestra y dijese es hora de tener nuestro contingente militar iraquí en casa .