TNto es fácil entender ciertas cosas; hay actitudes que a cualquier persona de buena voluntad -tan sólo eso- y hasta menos aun: con un mínimo de buena educación, le resultan del todo inaceptables. La

"espantá"" de Carod Rovira ante el lugar donde fue asesinado Isaac Rabin porque no ondeaba una bandera catalana, no sé si es políticamente aceptable, pero resulta sencillamente descorazonador, humanamente me resulta vergonzoso.

Se trataba de colocar una corona de flores en memoria de un hombre asesinado por buscar la paz. Se trataba de un acto oficial y asistían el presidente de la Generalitat y destacados políticos israelíes y catalanes. Se trataba de recordar a un mártir y nada más. Y llegó la corona de flores y traía una cinta con la bandera española y Carod no disimuló su cólera nacionalista y logró quitar de la corona la susodicha cinta. Luego vio que junto al lugar de la ofrenda ondeaba una bandera de Israel y otra del estado español y su indignación le llevó a montar el número y retirarse de la comitiva oficial: "No está mi bandera" dicen que dijo. Y lo peor es que al provocador de un desaire de esta magnitud, de una falta de humanidad y de educación tan graves, en lugar de pedirle explicaciones por su impresentable conducta, tuvieron que dárselas desde la embajada de España a la Generalitat. Si este es el precio que hay que pagar por mantener el poder, que conmigo no cuenten.

Es un poco como lo de la presidenta de la asociación de victimas del 11-M sobre las posibles conversaciones con ETA: "No es nuestra competencia". Los muertos son de todos, señora Manjón , no me niegue el permiso para llorar, como lloré, por los "suyos", como lloraré por todos los inocentes víctimas de la intolerancia. Todo esos muertos son de mi competencia reposen bajo la bandera que reposen.