TMtis pocos y pacientes lectores sabrán que soy conservadora sin complejos. Por eso hay cosas que me parecen tontas. Colau ha escrito donanatge , o sea mujeraje , en el cartelón anunciador del importante homenaje a la mujer trabajadora. Y no vean ironía porque los actos son importantes, pero el término ridículo. Es fundamental celebrar ese día y reivindicar la igualdad de oportunidades, salarios y consideración social, la pronta fractura del techo de cristal, la lucha a muerte, y nunca mejor ni más metafóricamente dicho, contra la violencia de género o el maltrato a las mujeres, y toda disposición útil para colocar a las féminas en un plano integral idéntico al del hombre.

Otra cosa es que algunas medidas más o menos trascendentes como destrozar la gramática, desvirtuar el lenguaje, considerar que paridad es igualdad o abogar por el aborto libre, como si eso fuera el colmo de las aspiraciones feministas, me parezcan directa y rematadamente mal. Por inútiles y bobas algunas, por falsas y perversas otras. No es más feminista --ni progresista-- quien quiere abortar, ni previene la discriminación la tediosa duplicidad, ni Rajoy apoya la violencia de género, ni es más machista Bertín que Pablo , ni los neologismos propagandísticos ayudan a nada salvo a dañar la lengua, mientras no se corte de raíz el verdadero machismo tan sutil, tan al alcance de cualquier machito alfa por muy progresista que se considere.

Por ejemplo, ¿qué no se hubiera dicho de cualquier pepero, si en intervención parlamentaria se hubiera referido a una diputada con la condescendencia con que lo hizo Iglesias Turrión , pocos días después de atacar por su atavío a una periodista que le incomodaba, referirse a la vicepresidenta como Menina, exhibir a Carolina Bescansa en su papel de madre nutricia en el Congreso, o poner su cara y la de Errejón en los carteles conmemorativos del día de la mujer trabajadora?

Déjense de bobadas los del pretendido cambio. Y de ridiculeces. Que se vuelven en contra. ¿O qué es sino sexismo esas falditas distintivas de la feminidad en los semáforos valencianos?