TLtamentablemente, todavía es necesario recordar, un día al año, el que la mujer en la sociedad actual es igual al hombre en todo, incluida la conducción de un vehículo.

Curiosamente, la primera vez que se condujo un automóvil lo hizo una mujer, Berta Benz , esposa del pionero constructor Karl Benz . Sin conocimiento de este, y para probar el invento, realizó con sus dos hijos el trayecto Mannhein-Pforzheim en el año 1888.

En el ámbito deportivo, también la mujer ha tenido un importante papel, desde María Teresa de Filippis , primera corredora de F1, hasta Jutta Kloinschmidt , ganadora en el 2011 del prestigioso Rallye Paris-Dakar, pasando por nuestra inolvidable María de Villota , probadora del equipo de F1 Marussia, sin olvidarnos, en este día, de las miles de mujeres conductoras de taxis, camiones, autobuses o profesoras de autoescuelas, que en su mayoría, e impecablemente, hacen su trabajo.

Sin embargo, el mundo del automóvil ha sido, y todavía conserva, algunos tintes machistas. Sin ánimo de analizar comportamientos puntuales, me gustaría compartir algunas reflexiones, especialmente dedicadas a quienes perdonan a un conductor torpe, pero mandan a fregar a una mujer con mejor formación y eficiencia. Conducir es un actividad tan normal como manipular el móvil, guisar un pescado o jugar al pádel. Es posible que algún erudito en la materia nos pueda hacer un símil, por ejemplo, de que no hay jugadores negros de pelota vasca. Pero de ser cierto, nadie razonable sacaría la conclusión que la raza negra no es la adecuada para practicar este minoritario deporte. Es también posible que algún experto sea capaz de aseverar que, estadísticamente, las mujeres tienen menos accidentes que los hombres porque conducen o "les dejan" conducir menos, pero nadie con dos dedos de frente puede llegar a la conclusión de que haya alguna causa física u hormonal que lo justifique.

XLAS MUJERESx no son ni mejores ni peores conductoras, cocineras, mecánicas, periodistas o empresarias. Lo realmente sorprendente es que aún haya quien dude en nuestros días; que no sea todavía algo absolutamente admitido por todos.

Otra cosa bien diferente es el sentido de la tarea. Cualquier padre es capaz de, por ejemplo, peinar a sus hijos antes de salir para el cole. Pero, normalmente, la mujer aplicará a esta tarea un toque especial, un sentido difícil de ser ejecutado por un hombre. Psicólogos y sociólogos habrá que lo expliquen. En la conducción intervienen dos aspectos; uno puramente mecánico, en el que no tiene por qué haber diferencias entre un hombre y una mujer, entre un blanco o un negro, entre uno de La Albuera o de Montánchez. Otro, de comportamiento. Aquí si que hay diferencias entre una persona formada y otra incívica, entre un novato o un experto, entre un apacible y un iracundo... Probablemente, en su conjunto, entre un hombre y una mujer. En esta sociedad que nos ha tocado vivir, todavía la educación entre varones y hembras, a pesar de todo, sigue siendo diferente.

Nos guste o no, el hombre, aunque hay mujeres que también, es más agresivo, más impaciente, más vehemente, y esto se refleja en todos los actos de su vida, incluida la conducción. Dicho esto, con la seguridad de haber cabreado a la mayoría de conductores y conductoras, defiendo a ultranza la igualdad entre hombre y mujer, eso sí, reivindicando siempre la buena educación, la cortesía y el sentido común; al volante, en el escaño del Congreso, en el campo de fútbol o en el salón de casa.

Damas, feliz día.