XUxna impresión bastante extendida sugiere que entre nosotros se han desvanecido la mayoría de las iniciativas que, poco tiempo atrás, venían a ilustrar cómo la ciudadanía había recuperado el pulso de la contestación. Aunque es absurdo negar que algo de eso ha ocurrido, tiene su sentido que recordemos que algunos de esos impulsos se mantienen en pie.

La Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género nació para recordarnos el problema lacerante de una violencia que se ha cobrado ya, por desgracia, muchas vidas. Parece fuera de discusión que la plataforma desempeñó al respecto un papel importante, tanto en lo que se refiere a la sensibilización popular como al tratamiento político y mediático del problema.

Las integrantes de esta iniciativa no se han detenido, sin embargo, ahí, y ello por mucho que la violencia ejercida sobre las mujeres, en los ámbitos más dispares, siga siendo su preocupación mayor. En estas últimas semanas, sin ir más lejos, han puesto manos a la tarea de visitar parlamentos autonómicos con la vista puesta en conseguir que éstos refrenden una propuesta que debe hacerse valer en Bruselas, en el Parlamento de la UE. La propuesta tiene como punto de partida un viaje a Palestina que la plataforma organizó en febrero y marzo. De resultas, las demandas que se ponen sobre la mesa son tres.

La primera reclama un sensible incremento en la ayuda humanitaria dispensada a la población palestina. Conviene subrayar que, las cosas como van, esa ayuda tiene un visible carácter de emergencia.

La segunda petición solicita la cancelación inmediata de todas las ventas de armas que benefician al Estado de Israel. Se antoja indignante que en Gaza y Cisjordania, los estados miembros de la UE sigan vendiendo armas a una primera potencia mundial en este terreno como es Israel. Una potencia, por cierto, que violenta cotidianamente las normas más básicas en materia de derechos humanos y que, con el respaldo norteamericano, desoye lo estipulado por un sinfín de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

La tercera demanda tiene también su miga. La plataforma solicita que la UE cancele el vigor de los numerosos privilegios comerciales con que, desde hace decenios, obsequia a Israel. Y ojo que no es que la UE no sepa cancelar privilegios comerciales: lo ha hecho con inusitada rapidez y contundencia en el caso de países del Tercer Mundo, cuyo único pecado era no dar puntillosa satisfacción a las draconianas condiciones estatuidas al amparo de un programa de ajuste del Fondo Monetario. Entiéndase bien: a los ojos de la UE pareciera como si incumplir lo pactado en términos de déficit público o de inflación justificase una retirada de ventajas comerciales que en cambio no se acomete cuando Israel violenta de forma grave, consciente y prolongada los derechos más básicos.

No está demás que subrayemos que lo que la plataforma reclama no es sino el cumplimiento de las leyes comunitarias, que establecen con claridad que la venta de armas y los privilegios comerciales sólo pueden beneficiar a quien satisface un conjunto de normas elementales. Bien es cierto que en la percepción de la organización que promueve esta iniciativa --y que no duda en calificar de genocida la política de Israel-- las tres peticiones mencionadas no pueden ser sino un primer paso. A menudo se subraya, con buen criterio, que si el régimen de apartheid surafricano se vino abajo ello fue así en virtud, claro, de la presión ejercida por fuerzas locales pero con el concurso inapreciable de un embargo internacional que sería muy saludable --por qué no soñar-- que la UE encabezase en el caso de Israel.

La pelota va a estar en el tejado del Gobierno socialista, que tendrá que decidir si toma cartas, en serio, en este asunto, o esquiva el bulto de la mano de unas cuantas y retóricas declaraciones. Una de ellas la escuché el otro día en labios de un portavoz significado del Gobierno que prometió transparencia en lo que a las ventas de armas respecta... Nuestras autoridades deben saber que no disponen de crédito para siempre y que las primeras y venturosas decisiones adoptadas --la retirada de las tropas presentes en Irak-- tienen que acompañarse de algo más. Si el Gobierno se pliega a la realpolitik y elude conflictos en el seno de la UE y con EEUU puede dar por descontado que, más pronto que tarde, tendrá en contra a una plataforma nada dispuesta a guardar silencio.

*Profesor de Ciencia Política de la

Universidad Autónoma de Madrid