Que los coches de los políticos van como locos para atender las obligaciones que les impone su agenda es de sobras conocido, hasta el punto de que en esas condiciones lo raro es que la Guardia Civil no les ´cace´ con más frecuencia saltándose los límites de velocidad. Pues bien, la semana pasada ocurrió lo previsible y lo inevitable: cuando el presidente de la Junta regresaba a Extremadura tra participar en la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado la Guardia Civil multó a su conductor porque circulaba a 170 en un tramo de la autovía A-5 en el que la velocidad máxima permitida es 120. Vara, en Mérida, reconoció la sanción con naturalidad y aseguró ayer que la multa será para el chófer pero que la pagará él --"como ha pasado otras veces"-- porque es el responsable de que el conductor exceda los límites para llegar a tiempo a las actividades comprometidas en su agenda.

Lo chusco de esta historia la protagonizó la delegada del Gobierno, quien aseguró que el multado no había sido el conductor del coche del presidente, sino el de un escolta, y se extendió en que podría estar exento de pagar la sanción en razón de la situación de prealerta por el Día de las Fuerzas Armadas, etc. etc. La moraleja de esta historia es que a veces quien echa balones fuera los encuentra en su portería. Vara metió un gol a Pereira y ahora el PP pide su cabeza.